El Papa Francisco (Jorge Mario Bergoglio), hasta el final, se mantuvo en solidaridad inquebrantable con los oprimidos, especialmente con los migrantes, refugiados y pueblos desplazados. En su discurso en la Plaza de San Pedro, en agosto de 2024, recordó al mundo que el amor de Dios brilla con mayor intensidad sobre los pobres y los vulnerables. Nos llamó a defenderlos no con fronteras restrictivas, sino con justicia, compasión, vías seguras ampliadas y solidaridad global.
Su mensaje constante nos desafía a no apartar la mirada, sino a actuar, apoyar y orar por un mundo en el que nadie tenga que arriesgar su vida por seguridad y dignidad. Incluso en sus últimos momentos, su corazón estaba con los que sufren. Sus últimas palabras fueron un ruego por la humanidad: “Paz... fin a la guerra en Gaza”.
Que descanse en paz y en poder, con su legado de amor radical perdurando para siempre.
– Alianza Internacional de Migrantes